— Nota publicada el 13 de junio de 2022 —
La pandemia puso de manifiesto la desigualdad de género a la hora de asumir los cuidados de hijos, personas mayores o familiares con algún tipo de discapacidad. Esta cuestión, hasta entonces poco discutida comenzó a visibilizarse con fuerza durante el período de distanciamiento y virtualidad, y en las aulas de las universidades a partir del retorno a la presencialidad.
Cómo afecta la distribución desigual de las tareas de cuidado entre hombre y mujeres en las trayectorias académicas de las estudiantes y qué límites representa en sus posibilidades de participación política y desarrollo profesional, fueron algunas de las preguntas que se hicieron la antropóloga María Pozzio y equipo al momento de pensar el proyecto de investigación que titularon “Estrategias de cuidado, proyectos de autonomía y participación política en la población estudiantil de trabajadores docentes y nodocentes de cinco universidades del AMBA”.
La docente e investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ) explica en qué consiste este proyecto que dirige y lleva adelante un equipo de investigadoras de cinco universidades del Conurbano nucleadas en el Consorcio “Colaboratorio Universitario de Ciencias, Artes, Tecnología, Innovación y Saberes del Sur” (CONUSUR). Pozzio advierte acerca de la necesidad de “desnaturalizar y desprivatizar” la cuestión de los cuidados en esta investigación que impacta sobre las universidades nacionales “Jauretche” de Florencio Varela, Moreno, José C. Paz, Hurlingham y Avellaneda.
¿Cuál es la importancia de plantear el tema de los cuidados en la comunidad universitaria?
La cuestión de los cuidados saltó a la agenda con la pandemia, que puso de relieve el trabajo de cuidar de los demás y procurar el cuidado de los chicos o de una persona con alguna dificultad, el sostén emocional. Todo ese trabajo, que suele ser un trabajo feminizado y que se da puertas adentro de la casa, al estar encerrados debido primero al aislamiento y después al distanciamiento, tomó cuerpo la carga de trabajo que significaba y el valor económico que implica. Con este proyecto de investigación nos agarramos de esta puesta en debate y en agenda de los cuidados, pero también consideramos trabajos previos donde ya habíamos empezado a querer visibilizar la cuestión.
En la UNAJ hicimos un trabajo previo que comenzó en 2017 donde indagamos sobre las experiencias de la población estudiantil desde un punto de vista de género y ahí surgía, entrevistando y encuestando a nuestros/as estudiantes, la cuestión de cómo compatibilizaban y cómo impactaba en sus trayectorias académicas la cuestión de tener un trabajo formal, remunerado, en el mercado de trabajo, y el trabajo de cuidados. Dado que, respecto a otras universidades nacionales, en la población estudiantil de la UNAJ hay un importante porcentaje de estudiantes que tienen hijos a cargo.
La UNAJ también tiene un porcentaje mayoritario de mujeres. ¿Entonces este escenario que describís impacta todavía más?
Sí. Además, nosotras como investigadoras, pero también como docentes, teníamos los datos de la encuesta y nuestras percepciones e impresiones de lo que sucedía en las aulas. Por ejemplo: cuando había un paro docente nuestras estudiantes acudían a clase con sus hijos/as porque no tenían con quién dejarlos. Entonces, ese esfuerzo por hacer compatible, en un espacio que no está preparado, donde muchos docentes no saben qué hacer ante esta situación, y a la vez en una institución que se dice a sí misma inclusiva uno no puede rechazar a la estudiante que viene con su bebé. Aunque también es un factor disruptivo. En una clase no estamos acostumbrados a tener presencia de chicos o chicas, bebés, etc.
Se han viralizado imágenes donde un docente le sostiene el bebé a una estudiante mientras resuelve un examen, lo cual genera empatía en las redes o en los medios de comunicación, pero no se discute la feminización de los cuidados como problema y su impacto en las trayectorias de las estudiantes.
Claro. Queda como un copado el profe que tuvo ese gesto, pero por lo general lo que sucede es que la estudiante que está ahí con su hijo/a no está aprovechando del todo la clase porque está tensionada viendo qué hace el nene/a, o qué le va a decir el profesor o sus compañeros. Porque muchas veces de parte del resto de los compañeros surge algún tipo de incomodidad. Entonces, nos parece que la situación, más allá de que enternezca, debe hacernos pensar qué le pasa a la estudiante que está en esa situación. Es una situación muy frecuente que naturalizamos. Hay que sacarlo del orden de lo inevitable o normal, para empezar a pensarla desde un dato más estructural y no anecdótico.
De ese primer trabajo surge una conceptualización que trabajaron las economistas feministas que es la idea de la pobreza de tiempo. ¿Por qué las trayectorias estudiantiles son diferentes? Porque hay una pobreza de tiempo. Las mujeres y las identidades feminizadas, además de trabajar y estudiar, tienen que cuidar. Y esto impacta, hace a las trayectorias más largas, más difíciles. Y eso es lo que nosotras enlazamos como dato y conceptualmente con la pandemia y esta emergencia de los cuidados en la agenda pública, como insumo y como disparador de este proyecto.
¿Hay aspectos o un escenario común entre las universidades del CONUSUR que llevan adelante el proyecto? ¿Esta problemática se presenta en las cinco universidades?
Se da la misma situación porque son universidades conurbanas, con una población estudiantil que si bien tiene distintas magnitudes (la UNAJ es una de las más numerosas en cuanto a cantidad de estudiantes), la problemática era bastante común, y a nosotras nos permitía no solamente poner en común la realidad de cada una de las regiones sino también pensar en una realidad conurbana, y al mismo tiempo formalizar lazos y redes que nosotras como investigadoras ya estamos sosteniendo. Hay intención de las feministas académicas de generar datos para poner estos temas en la agenda de las instituciones, no sólo respecto de la realidad de las estudiantes sino también del personal docente y nodocente que muchas veces también tiene estas mismas problemáticas.
¿Todavía no hay estrategias o dispositivos que respondan a esto?
Por un lado, este tipo de investigaciones busca desnaturalizar esta situación. Por otro lado, poner en agenda un montón de otros temas de los que llamamos proyectos de autonomía y participación políticas. Si uno ve la desigual participación en los sindicatos o las dedicaciones más importantes en términos de docencia o los cargos jerárquicos, cuestiones que impactan a las docentes o a las trabajadoras nodocentes, mucho de eso se explica por esa pobreza de tiempo que nosotras vemos en las estudiantes. Muchas trabajadoras docentes o nodocentes querrían participar en su sindicato o en la gestión de su instituto o en su dependencia, pero no pueden porque cuidan chicos o tiene a cargo a sus padres, o tienen un viaje largo y a la vez tienen que organizar su casa. Eso es pobreza de tiempo que también impacta en otro tipo de proyecciones como la posibilidad de hacer una carrera política, académica o sindical. Nos parecía importante no sólo pensarlo en términos de trayectoria estudiantil, porque ahí no se acaba, hay otro mundo en donde las cargas de cuidado también impactan.
Se trata de poner en escena todo eso: desnaturalizar, y al desnaturalizar, desprivatizar. Esto no es una responsabilidad de esta mujer concreta (estudiante, docente, nodocente) sino que hay una cuestión de la organización social de los cuidados que debe ser atendida institucionalmente, y por eso poner en conjunto cinco universidades es dar cuenta de este aspecto social. No es que nos pasa a nosotros en la UNAJ, sino que esto pasa en los distintos territorios y hay que ver cómo puede ser resuelto, porque no es una responsabilidad individual sino una responsabilidad social asumir los cuidados.
El proyecto busca poner en debate los límites entre lo privado y lo público. ¿Pensás que este proyecto puede ser un insumo que habilite dentro de las instituciones acciones específicas que logren mayor grado de equidad en esta situación?
Esta convocatoria busca impactar en las políticas públicas y siempre que hacemos investigación en el fondo también estamos buscando eso. Para elaborar una estrategia institucional o una política pública hay que tener datos; se necesitan datos duros. Además de la impresión, de lo que todos sabemos por vivir y trabajar en las comunidades universitarias, tenemos que acompañarlo con datos duros. La idea de esta investigación es generar un instrumento, un cuestionario, que tenga una muestra representativa, con toda la rigurosidad del dato científico, que nos permita tomar decisiones sobre esta problemática.